Me gusta que se trabaje el cuerpo en su totalidad: el equilibrio, la elasticidad, la respiración. Las clases terminan de la mejor manera, con hermosas meditaciones para relajarnos del día y de todo el trabajo realizado. También quiero destacar al lindo grupo de gente que me acompaña.

Los desafíos propuestos por la profe son siempre un reto personal que creo todos queremos lograr. Las clases son siempre diferentes y súper entretenidas. En mi caso, desde que comencé, mejoré la elongación, el equilibrio y la capacidad de poner la mente en pausa por una hora.

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Me ayuda mucho en muchos sentidos: a estar más equilibrada, más conectada conmigo misma y más serena. Aprender a respirar es una herramienta muy útil y valiosa, sobre todo en momentos de estrés y ansiedad.

Es una práctica muy recomendable, porque ayuda a trabajar no solo la elasticidad, la elongación y el equilibrio del esquema corporal, sino también la mente y el espíritu, que se equilibran y armonizan.

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Empecé las clases de yoga por indicación médica.

Yoga me enseñó a relajar el cuerpo y la mente mientras trabajo la fuerza, el equilibrio y la coordinación.

Me encantan las clases con Vanina porque están pensadas para todos, pero siempre ofrece alternativas según la problemática de cada uno, como si fueran personalizadas.

Te enseña y alienta a desafiar tus miedos y a trabajar el “no puedo”. Personalmente, mejoré muchísimo mis posturas y aprendí cómo aliviar mi problema cervical.

Recomiendo las clases de Vani porque son profesionales y divertidas; te enseñan a escuchar a tu cuerpo y a buscar su bienestar, por dentro y por fuera.

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Lo que comenzó como una solución para mis problemas de ciático terminó siendo el espacio donde estoy aprendiendo a mirar y comprender a mi cuerpo desde otras perspectivas, conectando lo físico con lo emocional y lo mental, respetando sus tiempos.

Puedo decir que cambié mucho desde lo físico —en elongación, fuerza y posturas—, pero todo eso fue en conjunto. Comprendí que para lograrlo se requiere paciencia, tiempo, respeto a mi cuerpo y equilibrio para gestionar las emociones, aprendiendo a soltar día a día lo que pesa, recargándome de energía y buscando canalizarla.

Hoy me siento más liviana, suelta, con nuevas sensaciones y con más confianza en mí. Disfruto de toda la clase, desde lo exigente hasta lo relajante; todo, para mí, es un desafío personal.

Puedo decir que el tiempo en yoga es un regalo para mi crecimiento, un mimo propio. Lo espero y lo disfruto muchísimo, y de a poquito intento trasladarlo al resto del día.

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